miércoles, 23 de marzo de 2011

Banderas en tu corazón


Declaración de la Juventud Rebelde 20 de Diciembre
1976 - 24 de Marzo - 2011


Un 24 de marzo fue el día en que muchos de nuestra generación nos acercamos por primera vez a una movilización, que buscamos un pañuelo blanco bien adelante para ver con nuestros propios ojos a las madres, que aprendimos nuestras primeras canciones “de marcha”.

En ese día, que es todos los 24 de marzo, combinamos el odio y la admiración. El odio hacia quienes nos los quitaron, la admiración hacia quienes fueron parte de esa gesta militante. El 24 es una fecha para ejercitar la memoria, pero no la única. Su sola referencialidad al golpe de Estado, al exterminio, no debe permitirnos olvidar que hubo un antes tanto como una resistencia.

Construir memoria, es también permitirnos recordar lo que existió previo a eufemismos militares tales como “interrogatorio” y posterior “traslado”. Permitirnos recordar que además de vínculos represor – detenido, hubo vínculos como madre – hijo, y también, y por sobre todo, vínculos compañero – compañero. Hubo militancia.
Fue justamente el compromiso militante de los que sobrevivieron, de los que volvieron del exilio, y también de los que se sumaron, de organismos de Derechos Humanos y organizaciones de nuestro pueblo, el que posibilitó que hoy podamos sentarnos en un tribunal a escuchar “perpetua” a varios genocidas.

Hace poco menos de tres décadas asistimos a marchas y contramarchas en políticas de juicio y castigo para con los responsables de la desaparición de 30.000 compañeros y compañeras. Pasamos – y decimos pasamos en tanto pueblo – por autoamnistías, Tribunales Militares (nunca mejor dicho “de cartón”), el Juicio a las Juntas, los levantamientos carapintadas y las leyes de obediencia debida y punto final, los indultos,… y así llegamos a un hoy, que aunque con varias deudas pendientes, avanzó en la inconstitucionalidad de las leyes de impunidad, en juzgar a cientos de genocidas y en recuperar múltiples ex Centros Clandestinos de Detención para convertirlos en sitios de memoria. Como parte de la Juventud , no nos tocó transitar todo ese recorrido, de hecho muchos de nosotros somos hijos de la democracia; pero somos concientes de que estamos en un presente que no merece ser naturalizado, sino que más bien nos obliga a defenderlo y profundizarlo acompañando a los testimoniantes, tratando de llenar cada una de las audiencias, peleando por más juicios para los responsables militares y civiles del genocidio.

Estos avances que permiten caminar hacia un país con menos impunidad, se chocan y se debilitan con grandes deudas de nuestro presente. Y decir esto no nos vuelve ni necios ni tercos. La cantidad de pibes muertos a manos de la Federal (como ocurrió el último fin de semana en la previa de un partido de futbol), las cientos de mujeres secuestradas y explotadas sexualmente con complicidades políticas, judiciales y policiales, los asesinatos de luchadores populares como Maxi y Darío, las desapariciones de Luciano Arruga y Julio López a manos de la Bonaerense , el asesinato de Fuentealba en la lucha por una mejor educación para el pueblo, el asesinato de Mariano Ferreyra, la expulsión de sus tierras y asesinatos de miembros de comunidades al norte de nuestro país, entre otros tantos casos, son testimonio de un hoy que nos duele y nos convoca. ¿O acaso el homenaje sería sincero si no dijéramos nada de todo esto?

Estos 35 años del golpe de Estado llegan en tiempos en que la juventud empieza a animarse cada vez más a participar en política. Lejos de la mala palabra de los noventa, la política empieza emerger como herramienta de transformación. Es que desde el 2001 aprendimos que sino la hacemos nosotros, la política la hacen otros. Desde los secundarios, las universidades, los barrios y nuestros lugares de trabajo, somos parte de este nuevo ciclo, el de una generación que abraza el legado de los 30.000 al tiempo que construye su propia historia, sus tácticas y estrategias, sus consignas.

La juventud tiene que defender los avances en el bienestar y la dignidad de nuestro pueblo, al tiempo que debe construir su “propio modelo”. No estamos dispuestos a, en nombre de“contradicciones”, “realismos” ycorrelaciones de fuerzas”, aceptar que nos dirijan economistas formados en universidades neoliberales, gobernadores que no paran de prometer más y más policía en los barrios para estar más y más en sintonía con la seguridad mediática, ministros que por más simpáticos supieron tener altos cargos en tiempos de la masacre del Puente Pueyrredón, y la lista sigue… Sabemos que si no queremos “ser jóvenes viejos”, como nos alertó décadas atrás Salvador Allende, tenemos que hacer a un lado cualquier posibilismo impropio de la juventud, manteniendo nuestra rebeldía ante cualquier injusticia sin esperar la “bajada de línea” de más arriba para saber si podemos o no denunciarla.

Este 24, y todos los días, rendimos homenaje a quienes se animaron a jugárselas todas para transformar la Argentina. Pero no un homenaje estéril, de sillones y salón de actos. Si no uno que aun no pasó de moda para nosotros: el de seguir sintiendo en lo más hondo cualquier injusticia cometida en cualquier parte del mundo.


A 35 años del golpe, no nos han derrotado.
¡30.000 Presentes! ¡Hasta la victoria, siempre!


Juventud Rebelde 20 de Diciembre

La MellaPresidencia FUBA, Lobo Suelto, La Trifulca

viernes, 11 de marzo de 2011

jueves, 10 de marzo de 2011



Ningún pibe nace chorro!

No a la BAJA de la EDAD de IMPUTABILIDAD

Audiencia pública en el Congreso de la Nación
Jueves 10/03 14.30hs

Decimos NO a la baja de edad de imputabilidad




La otra inseguridad. La deuda social del Estado.

Más del 35% de la población en Argentina es pobre: la mitad son menores de 18 años. Aproximadamente 6 millones de pibes viven en situación de pobreza, la mitad de ellos pasa HAMBRE (CTA; Claudio Lozano).
En Argentina más de la mitad de los niños y adolescentes de zonas urbanas viven en hogares con problemas de habitabilidad como hacinamiento (20.5%); problemas de salubridad (14%); equipamiento insuficiente (7%).
El sistema educativo es marcadamente exclusivo: en Argentina hay 720 mil chicos que no van a la escuela y 730 mil que no saben leer ni escribir (Cippec; 2006). O bien nunca se incorpora a los niños a un establecimiento educativo, o son marginados en los primeros años, e incluso cuando logran permanecer en él no acceden a la construcción de conocimientos y habilidades que le permitan un buen desarrollo integral.
Pese a que la droga es uno de los mayores problemas que afectan a los jóvenes en nuestro país, no hay infraestructura estatal suficiente para el tratamiento de adicciones.
Además, debemos ser conscientes del contexto de violencia en el que se desenvuelven los niños pobres. Tanto en el seno familiar como en las villas, las calles y desde el Estado que, además de no garantizar sus derechos, a través de la policía, mata un pibe cada 28hs (CORREPI, 2010).

Redes delictivas. ¿Qué les ofrece este sistema a los pibes?

Directamente relacionadas con la exclusión sistemática de los chicos de los sistemas de educación, salud, vivienda, etc. encontramos un entramado de redes delictivas, perfectamente organizadas por el mundo adulto, que se presentan como posibles “salidas” para los pibes:
Desarmaderos, tráfico de drogas, tráfico de armas, negocio de robos y asaltos…
Son las fuerzas policiales, cómplices y motorizadoras de estas redes, las que incentivan u obligan a la comisión de delitos a los jóvenes que no tienen otras oportunidades. Es la policía que tanto se reclama en la calle para protegernos, la que más se beneficia de la pobreza y del fenómeno de la "inseguridad".
Y así como señalamos a la policía, señalamos a políticos, jueces, fiscales, y otros funcionarios públicos.

¡NINGÚN PIBE NACE CHORRO!


Existe, en la actualidad, la intención política de distintos y variados sectores políticos, incluyendo a los medios masivos de comunicación, de bajar la edad de imputabilidad como solución al problema de la "inseguridad", entendida exclusivamente a partir de los intereses específicos de esos sectores. Desde la Juventud Rebelde 20 de Diciembre, adoptamos una visión más amplia de la inseguridad, que contempla no sólo la afección a la propiedad privada de algunos, sino también la sistemática vulneración de derechos en general de gran parte de la población y en particular de los jóvenes, entendiendo que es éste el problema central en el cual debería estar el foco de atención. Desde esta perspectiva, el Estado aparece como principal responsable, tornando inadecuada y perjudicial una respuesta que penalice a los niños y jóvenes por hechos que son la consecuencia directa de políticas de Estado injustas, porque están destinadas a la protección de los sectores más acomodados y no garantizan las condiciones para una vida digna de TODA la población.

En este contexto de quiebre en el abastecimiento de derechos tan básicos como la educación y la salud pública crecen nuestros jóvenes desde el neoliberalismo más crudo en los '90. Estos déficits y vulneraciones de derechos degeneran en la merma de sus posibilidades de inserción social y cultural y consiguiente segregación laboral. Si se pierde de vista la responsabilidad concreta y primera del Estado de garantizar el cumplimiento de estos derechos básicos, se pierde la posibilidad de inserción y desarrollo integral de nuestros niños y jóvenes para ejercer sus potencialidades y derechos en plenitud, se anula la posibilidad de que los chicos tengan perspectivas a futuro.
Rechazamos la criminalización de la pobreza y de los jóvenes, porque las grandes redes delictivas que usan a los pibes de mano de obra barata, están en manos del mundo adulto de altos ingresos, que es el principal interesado en que la pobreza y la “inseguridad” continúen como hasta ahora: porque ese es su negocio.
Diversas son las causas por medio de las cuales pretende justificarse este nuevo intento de bajar la edad de imputabilidad.
Algunos supuestos “progres” intentan convencernos de que en realidad se trata de una mejora en la situación de nuestros pibes, ya que estaríamos brindándoles las garantías del sistema penal. Creemos que se trata de un argumento totalmente erróneo, todos contamos con garantías por el sólo hecho de ser ciudadanos. Incluir a alguien en el sistema penal implica su estigmatización social, entre otros muchos problemas gravísimos. El sistema penal administra el poder punitivo, y estamos convencidos de que no es ese lugar desde donde debe salir la solución a los problemas de nuestra sociedad, y menos aún cuando se trata de su juventud.


Decimos NO a la baja de edad de imputabilidad…

*Porque condenarnos no reduce la inseguridad, somos el eslabón más débil de los grupos delictivos y las empresas criminales de adultos.

*Porque somos víctimas de políticas que nos excluyen dejándonos sin trabajo, educación, salud y vivienda digna.

*Porque rechazamos la criminalización de la pobreza y de los jóvenes; somos víctimas, no culpables.

*Porque no es a través del sistema penal que vamos a resolver esta problemática si no existe desde el Estado una profunda política de inserción hacia la juventud.

*Porque no somos lo que los grandes medios de comunicación dicen de nosotros, drogadictos o chorros, somos pibes y pibas que queremos vivir mejor, si nos dan la oportunidad.

*Porque en nuestra generación está la esperanza de una sociedad distinta, más justa e igualitaria.

Porque los jóvenes no somos peligrosos, estamos en peligro!

Porque queremos DERECHOS y NO castigos!



Jueves 10 de marzo, 14hs.
Audiencia pública en el Congreso de la Nación

Convoca: Espacio No a la Baja