Ayer golpistas, hoy ajustadores
Marzo de 1976
El inicio de la dictadura significó muchas cosas. Para militantes populares, trabajadores, trabajadoras, estudiantes, activistas, intelectuales, madres, amigos, hijas y hermanos, se abrió la tragedia del terrorismo de Estado, que resistieron como pudieron. El movimiento obrero, portador de una larga tradición de lucha, fue el sector más golpeado por las fuerzas represivas.
Nuestramérica en general, y Argentina en particular, fueron laboratorio del experimento neoliberal. Para los sectores del poder económico comenzó una reconfiguración que ubicó al capital financiero en el centro de gravedad, habilitó la apropiación privada de los recursos públicos del Estado, el aumento de la deuda externa, la concentración y extranjerización de la economía, entre otras cosas. La implantación del nuevo régimen económico fue posible gracias a la alianza con capitales internacionales y con grupos económicos locales que incrementaron sus ganancias exponencialmente. Por mencionar sólo algunos: Acindar, Techint, Mercedes Benz y Roberts fueron partícipes activos incorporando al Estado sus propios agentes (como el caso del propio Martínez de Hoz). Los grupos Macri, Arcor, Perez Companc y Bridas multiplicaron su cantidad de empresas en un 500% entre 1973 y 1983.
Además, el empresariado colaboraba señalando a trabajadores que luego eran desaparecidos. En la fábrica Ford había un destacamento de policía, en Jujuy la fábrica Ledesma y los militares secuestraron 400 personas en la noche del apagón, Loma Negra hizo desaparecer al abogado que defendía a los trabajadores, y podríamos seguir porque estas prácticas sistemáticas sellaron con sangre el pacto de poder.
Hoy que muchos de estos mismos grupos empresarios enriquecidos a lo largo de los treinta años de la democracia –sean aliados o adversarios del gobierno- presionan para profundizar el ajuste sobre el pueblo trabajador, es imprescindible el ejercicio de la memoria sobre su rol en el pasado. A estos empresarios, que apoyaron activamente el terrorismo de Estado para defender y aumentar sus privilegios, se los convoca a constituir una “burguesía nacional” en tanto pilar de un “capitalismo en serio”. ¿Existe alguna posibilidad de apelar a su “buena voluntad” y su “patriotismo”?
La derogación de las leyes de impunidad es una conquista social fundamental, un resultado de la lucha de años del movimiento de derechos humanos y de toda la sociedad, encabezada por el ejemplo indeleble de las Madres de Plaza de Mayo. Seguramente, junto al impulso a los juicios y la recuperación de los nietos y nietas apropiados, uno de los aspectos más destacados de este período consiste en el cambio cultural que significó haber ganado la palabra sobre el discurso de los genocidas y la teoría de los dos demonios. Resulta indispensable avanzar definitivamente con los juicios, no solo a los militares genocidas, sino también a los cómplices civiles y empresariales, considerando que los tiempos del poder judicial –cuya propia complicidad aún sigue impune– son lentos y muchos imputados están prófugos, enfermos o mueren sin condena firme, mientras que los cómplices económicos continúan acumulando ganancias.
La impunidad de hoy
Hace apenas unas semanas comenzaron los juicios por los dos pibes asesinados en 2011 por la policía en José León Suárez. Eran del barrio La Carcova, todos los días revolvían la basura para poder vivir y esa vez quisieron aprovechar el descarrilamiento del tren para llevarse algo. Ahí la transa entre la cana y los narcos mata pibes todo el tiempo. Por estos días en Garín, provincia de Buenos Aires, un pibe cartonero se resistió a robar para la policía y lo bajaron, como a Luciano Arruga en 2009. Es lo que ocurre en Rosario, donde la vida de los pibes de la villa no vale nada. El gatillo fácil, que Rodolfo Walsh llamaba “gatillo alegre”, es la versión más extrema del comportamiento criminal de la policía, pero existe una larga lista de torturas y abusos perpetrados cotidianamente.
Sin embargo el modelo de seguridad desconoce el accionar de las fuerzas represivas y la única solución que propone es más cana y más cámaras. Un ejemplo actual es el debate sobre la renovación del Código Penal, aprovechado por la derecha encabezada por Massa para retomar las banderas de la mano dura, acicateados por la maquinaria mediática y los intereses de la industria de la inseguridad. Pero dentro del Frente para la Victoria hay sectores que no se quedan atrás. Sergio Berni, secretario de seguridad de la Nación, explicó que el problema del delito es la “puerta giratoria”, mientras en
las cárceles de la provincia de Buenos Aires el 70 por ciento de los detenidos está sin condena. Y el año pasado Scioli designó como ministro de seguridad a Alejandro Granados, ex intendente de Ezeiza, uno de los paladines de la “mano dura”. La mayor parte de los delitos cometidos por el aparato represivo se encuentran impunes.
El recuerdo de los compañeros y compañeras caídas en los años setenta se rebela ante el ascenso de César Milani al frente de las FFAA, acusado de delitos de lesa humanidad y ante la injusta condena a los trabajadores petroleros de Las Heras, en un proceso totalmente plagado de irregularidades. El recuerdo de los muertos del 2001, de Darío y Maxi, Carlos Fuentealba y todas las víctimas de la represión, cuyos responsables políticos siguen impunes, no puede aceptar la vuelta del discurso de la represión de la protesta social. La lucha por los derechos humanos no es cosa del pasado, vive en el compromiso por el cambio social y en la lucha de nuestro pueblo por acceder plenamente a vivienda, salud, educación y a todos los derechos hoy negados.
No a la represión de la protesta social – Absolución de los presos de Las Heras – Sin López no hay nunca más – Por los derechos de los pibes y pibas – Contra la trata de mujeres y la justicia patriarcal – Basta de etnocidio a los pueblos originarios – Fuera César Milani.
Vení a marchar
24 de marzo
15hs. en el Obelisco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario