El próximo domingo 14 de agosto se realizarán las primeras internas abiertas, previas a los comicios de octubre. Desde la Juventud Rebelde – 20 de Diciembre hacemos llegar algunas reflexiones frente a la presente coyuntura.
El gobierno de Cristina Fernández nos convoca a “defender el modelo” y/o a “profundizarlo”. Nosotros, junto a otras organizaciones del campo popular, hemos apoyado medidas concretas de este gobierno (nueva Ley de Medios, Asignación por hijo, estatización de las AFJP). Pero debemos “separar la paja del trigo” y recordar que en una elección lo que se vota son proyectos y no medidas, y que aún las que son progresivas no sólo son insuficientes en sí mismas, sino que representan tan sólo una parte (y no la más sobresaliente) de lo hecho por el kirchnerismo desde hace más de 8 años: un proyecto de país basado en un tibio intervencionismo estatal en el marco de una economía dependiente. Economía modelada y promovida en clave de agronegocios, extractivismo, distribución desigual de la riqueza y enorme rentabilidad empresaria. No es casualidad que la mayoría del empresariado y de los sectores del capital más concentrado estén apoyando al Frente para la Victoria este año: no porque compartan su discurso o su simbología, sino porque no existe una propuesta de gobierno que garantice con mayor eficacia la estabilidad política y económica del país, y con ellas, sus ganancias extraordinarias. No creemos que de la mano de este gobierno pueda avanzarse en una transformación real de la Argentina, sino más bien en una continuidad de “lo que hay”. Nosotros, en cambio, vamos “por otro modelo”: vamos por trabajo digno y no flexibilizado, por la recuperación de los recursos estratégicos del suelo y el subsuelo, por un sistema impositivo progresivo que deje de castigar a los más pobres, por un plan de viviendas para que millones de argentinos y argentinas tengan un techo y no balas ni represión, por más presupuesto para la salud y la educación pública, por el 82% para nuestros jubilados, para mencionar sólo algunas medidas que debemos discutir si queremos cambiar la Argentina.
Por su parte, la oposición de derecha (Duhalde, Alfonsín, Rodríguez Saa, etc.) ofrece exactamente lo que se espera de ella: mantener mucho del actual “modelo”, pero dando marcha atras sobre sus facetas más progresivas. Esto es: pagar la deuda con ajustes, generalizar la “mano dura” contra la protesta y la pobreza, tirar abajo la ley de medios y los juicios a genocidas. Esta derecha llega dividida a las primarias y probablemente no tenga demasiado que hacer en octubre. De todos modos, no podemos dejar de alarmarnos ante la persistencia de ciertas (nefastas) propuestas y ciertos (siniestros) personajes en la escena política argentina, disfrazados de candidatos “mesurados” y “votables”. Ante estos sectores, sigue cabiéndonos la tarea que venimos llevando adelante hace años: luchar día a día, en el terreno que sea, para enfrentar y recordar su carácter retrógrado y antipopular.
En este marco, consideramos que no existe una propuesta electoral que nos contenga como parte de una nueva generación militante que, desde abajo y a la izquierda, busca avanzar en un proyecto de país justo e igualitario.
La conformación del Frente Amplio Progresista (FAP), si bien cuenta con la participación de organizaciones del campo popular con las que hemos confluido en diversas luchas, no ofrece demasiadas perspectivas. No sólo en lo que hace a sus probabilidades electorales, sino a su propuesta política, cuyas facetas progresivas se ven seriamente opacadas por figuras (por ejemplo, Morandini) y posicionamientos (por ejemplo, la cuestión del agro) que no parecen ir de la mano con una propuesta sólida de liberación y cambio social. Cabe preguntarse qué tienen de “progresistas” las iniciativas de bajar las retenciones o devaluar el dólar: la gestión de Binner en Santa Fe, apoyada sin fisuras en el bloque sojero, no deja de ser un buen botón de muestra.
Las propuestas de Proyecto Sur y del Frente de Izquierda, por su parte, se ubican claramente a la izquierda del gobierno nacional. Pensamos que ambas opciones jugarán un rol netamente testimonial en caso de que efectivamente logren pasar las primarias. Proyecto Sur aparece como una fuerza en severo retroceso. El FIT, por su parte, demuestra día a día ser parte de una tradición de izquierda que se encuentra imposibilitada de construir una referencia medianamente convocante de cara a la población. Sin embargo, en una coyuntura donde se debate entre “lo que hay y lo peor”, sería positivo el acceso de compañeros de estas fuerzas a espacios de mayor visibilidad y presencia institucional, por lo cual vemos necesario apoyarlas en esta coyuntura.
No nos pensamos poseedores de alguna “verdad revelada” y tratamos de evitar el tono pedante de quien cree “tenerla clara”. Nuestra palabra parte de reconocer las propias debilidades y carencias. Debilidades del campo popular en su conjunto, que no logró capitalizar el fabuloso movimiento de transformación que sacudió la Ciudad en el 2001/2002 mientras miles en asambleas barriales, piquetes y fábricas recuperadas intentábamos tomar la historia en nuestras propias manos.
De esta manera, hoy se llega a este proceso electoral sin capacidad de disputa real, sin una alternativa que exprese cabalmente una perspectiva de cambio para y desde los de abajo. Tenemos por delante, en tanto parte de ese amplio y heterogéneo espacio que busca la constitución de una nueva izquierda, la responsabilidad de saldar esa cuenta pendiente.
Estamos convencidos de que somos muchos los que pensamos que hoy no existe un proyecto alternativo para gobernar la Argentina, afirmado en una amplia construcción popular y portador de una perspectiva transformadora. Que apunte a unir la ambición de disputar poder en lo institucional, con la construcción de la articulación y la fuerza social suficientes para llevar adelante las medidas necesarias. Que reúna la vocación de mayorías con la lealtad a principios de justicia, igualdad y emancipación. Que sea coherente con las demandas y el sentir de los que anhelamos un proyecto de transformación social.
La nueva izquierda tiene por delante una tarea enorme legada por otras generaciones, pero también la fuerza que acumula día a día para llevarla a cabo.
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